SONIDO DE LA LUZ
Encendieron los lirios
su llamarada blanca
conocieron el viento
y me vieron allí
desprendido del tallo
desayunando cielo
llenándome de sol.
Me hallaron incorpóreo
desmenuzando espumas
en la raíz del agua
conduciendo el rocío
por el camino azul.
El incendio de lirios
me dejó un sonido
de cascabeles blancos
en la vertiente del alba.
HABLARÁN LAS PIEDRAS
Cuando ya no haya árbol
ni espiga
y ya no seamos tú y yo
hablarán las piedras
y dirán que fuimos
sombra de un árbol
y gavilla al sol.
Cuando ya no haya luna
ni ríos
y ya no seamos tú y yo
hablarán las piedras
y dirán con tu voz
y la mía
que fuimos torrente de luna
y nos amamos todavía.
VIVENCIA
Aún hay lumbre
en la alcoba de mis padres
me sonríe la quietud en las paredes
sus retratos se descuelgan a estrecharme
la ausencia me abraza irreverente.
Sus ojos detenidos
se quedan en mis párpados saltando,
con ternura de horizonte frío
regresa el sabor del viejo llanto.
¡Cómo volar al tiempo de aquel tiempo
y quedarme con ellos
ya sin ellos!
¡Por qué no andar por la tierra y el cielo
como el viento!
Esas lámparas azules arrimadas
a la esquina de mi infancia
languidecen
fueron antes raíces de luz,
ya son cipreses.
SONIDO DEL TIEMPO
Viene el alba a mis campanas
un jolgorio de pájaros sin árbol
tiende la mañana al sol.
Cuando entre la luz al campanario
y la tarde bostece somnolienta
el sonido dará tumbos en la niebla.
Se detendrá ante mí quemando voces
como echándome el último incienso
y todo el viento arderá en mis oídos.
Cuando cese el sonido en la muralla
cerrándome el camino del tiempo
quedarán en el viento mis campanas.