ARISTODEMO                    Un lugar literario
Presenta libro:    José de Belén         Gonzalo Rodas Sarmiento

 

      Tener en mis manos un libro escrito por mí, acerca de San José, fue por muchos años una fantasía loca, que rápidamente yo mismo echaba a un lado por considerarla imposible. Sin embargo, las cosas se fueron dando de una manera asombrosa.
      Hace ya más de diez años estuve peregrinando en Galilea. Fue hermosísimo. Descubrí lugares que ya estaban grabados en mí desde siempre. Y se produjo también un hecho fortuito, que no dejé pasar por el lado. En Nazaret se me perdió mi lápiz BIC con el que yo registraba en mi cuaderno todo lo que veía. A nadie podría importarle algo tan nimio, pero para mí fue un signo clarísimo que no dejaba lugar a la duda. Si mi lápiz se quedó para siempre en Nazaret, es porque estoy llamado a escribir acerca de esa realidad.
      Fueron brotando de mí, pequeños relatos en torno a la sagrada familia, y los fui juntando sin tener muy claro hacia donde apuntaban. Después de un tiempo breve, ocurrió otra trivialidad notable. Una tarde en que iba yo bajando por la escala de la estación Baquedano, del Metro, vi a Humberto Maturana, quien subía en ese momento hacia la calle. No intenté saludarlo porque él no me conocía. Lo asombroso fue que, una hora después, cuando era yo el que subía hacia la calle por la escala de la estación Baquedano, vi a Humberto Maturana que en ese momento iba bajando al Metro. Me quedé pensando que las sincronías no ocurren porque sí. Algo tendría que vivir en relación a este signo. Al llegar a mi oficina, observé que alguien hablaba por teléfono con una amiga. “¿Vas a ir a un curso?”, “¿Quién lo da?”, “¡Ah! Humberto Maturana. . .” fue lo que le oí decir. Cuando esta persona cortó, le expresé mi intención de ir también a ese curso, y le pregunté de qué se trataba. Con un poco de extrañeza me dijo que era un diplomado de formación humana, en la Universidad de Chile.
      Un año estuve yendo a clases con Humberto Maturana, con la certeza de estar descubriendo mi camino. A lo largo de ese tiempo, algo fue despertándose en mí. Miré la cultura patriarcal en que estamos inmersos, que valora la razón, la autoridad, la competencia y la dominación, lo cual se contrapone a la cultura original, matrística, que valora el acuerdo y la comprensión. Visualicé a los niños rescatándonos de la prisión patriarcal en que estamos. Pensé en Jesús. ¿Cómo llegó a ser lo que fue? ¿De qué manera lo criaron sus padres terrenales? Tomó relieve en mí la figura de San José, tan postergado y olvidado en el mundo.
      Así se empezó a gestar este libro. Estuve diez años escribiéndolo. Necesité consultar numerosas fuentes, tanto canónicas como apócrifas, novelísticas, piadosas y también algunas irreverentes. Todas ellas necesarias para desentrañar en alguna medida los misterios de la vida de un hombre desconocido. No pretendo haber llegado al fondo de una investigación histórica, sino tan solo rescatar a esa persona llamada José, que de alguna manera vive en cada uno.
      En cuanto a la forma, escogí la narración en primera persona, porque me es más natural. José, María, Jesús y Melchor son los que aparecen contando algunas escenas importantes de su vida, tal como pueden haber ocurrido.
      Este libro está escrito en un lenguaje sintético, de tal modo que no sea la elaboración de información la que juegue el papel principal en el lector grabando un perfil para cada personaje, sino que más bien sea su imaginación la que desempeñe ese rol llenando su pantalla interna en forma casi instantánea con la vida de los personajes.

      Santiago, 2010