ARISTODEMO                    Un lugar literario
La escucha         Gonzalo Rodas Sarmiento

 
  La escucha         (del libro "Algunas de mis vivencias")

   Escuchar a Dios no es algo que esté revestido de solemnidad. Ni se efectúa hincado, ni nada de eso. Tampoco tiene por qué ocurrir dentro de un templo. Y menos si éste está adornado de oro y mármol.
   No.
   Lo he podido comprobar , al menos un par de veces, en el monte de los benedictinos, en Las Condes.
   Es mi lugar favorito para la oración, junto a bellos olmos de flores verdes.
   Cierta vez, me sumergí totalmente en mi diálogo con Jesús, diciéndole: "Tú vas siempre conmigo". De pronto, sentí la certeza de que él me hablaría dentro de muy poco, a través de un niño.
   Admirado, busqué en los alrededores. No había ninguna persona. Supuse que eso de "dentro de muy poco" debía ser talvez algunas horas. Sin embargo, no pasó más de un minuto, y apareció en escena una familia formada por dos mujeres jóvenes y un niño, que salían del monasterio y se dirigían hacia el auto, que estaba estacionado muy cerca mío. Casi me asusté, pensando "¿qué va a decir este cabrito?". Pues, llegaron hasta el auto, y la mamá lo abrió y ofreció al niño la puerta de atrás para que subiera al coche. Fue entonces que el niño habló. Dijo: "Yo quiero irme adelante".
   Genial. Me emocioné un buen poco al darme cuenta que Jesús me estaba pidiendo algo muy concreto en respuesta a mi oración "Tú vas siempre conmigo".
   Y también un poco de sana tristeza, mezclada con alegría.
   Algo realmente notable ocurrió algunos días después, cuando me disponía a iniciar una nueva oración en esa misma colina. Yo iba llegando en mi auto, y de nuevo sentí una de esas certezas. Esta vez, era Dios Padre el que me iba a hablar dentro de muy poco. El Creador altísimo. Así, no más, sin haber ni siquiera precalentado por algunos instantes. Sentí claramente que me iba a hablar a través de la radio, la cual estaba apagada en ese momento. Pues bien, llegué arriba, y mientras aparcaba encendí la radio y me dispuse a escuchar a Dios. Sin embargo, fue Elvis Presley el que apareció en el aire. Cantando esa canción que dice "I want you, I need you, I love you...". La emoción mía fue altísima. Que Dios me dijera que me ama, es algo muy bueno, pero... que me diga que me necesita..., ¡Eso es grandioso!
   Desde esa vez, no dejo de buscar dónde y cuándo Dios me necesita.