Primer lugar:
"69", del libro "La sueñera",
Ana María Shua
Despiértese, que es tarde, me grita desde la puerta un hombre extraño. Despiértese usted, que buena falta le hace, le contesto yo. Pero el muy obstinado me sigue soñando.
Segundo lugar:
"81", del libro "La sueñera",
Ana María Shua
Sé que estoy haciendo algo que me gusta, aunque desde aquí no puedo distinguir de qué se trata. Date vuelta, me digo, para verme la cara. Pero no me obedezco. Ante semejante rebeldía debería imponerme un ejemplar castigo. Si no logro obediencia de mí misma, ¿qué puedo esperar del resto de mi tripulación interna?
3)
"El dinosaurio",
Augusto Monterroso
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
4)
"Extravío",
Alejandro Jodorowsky
Un ciego, con su bastón blanco, en medio del desierto llora sin poder encontrar su camino porque no hay obstáculos.
5)
"Cuando levitaba",
Simón Castillo Riedemann
Recuerdo que cuando era pequeño, podía levitar. No lo podía controlar, pero a veces sentía cómo mis pies se separaban del suelo cuando me desconcentraba o dejaba de moverme. Era una sensación increíble y hermosa. Fue hace mucho tiempo, cuando apenas sabía caminar y no entendía ni me preguntaba mucho sobre la vida. Mis recuerdos son borrosos, y no tengo idea de los detalles, pero sé cómo terminó. Una vez miré mis pies, para saber si de verdad levitaba, y caí, para nunca más levitar. Y nunca me creyeron. Y no sé si creerme a mí mismo.
6)
"111", del libro "La sueñera",
Ana María Shua
Me adelanto a una velocidad fulgurante, ya estoy en el área penal, desbordo a los defensores, el arquero sale a detenerme, me escapo por el costado, cruzo la línea de gol, me voy contra la red. El público grita enloquecido. Flor de golazo, comentan los aficionados. Flor de patada, pienso yo, dolorida, mientras me alzan para llevarme otra vez a la mitad del campo.
7)
"El indeciso",
Enrique Alonso-Morgado
Tanto lo pensó que jamás llegó a ser más que un espermatozoide.
8)
"El emigrante",
Luis Felipe Lomelí
-¿Olvida usted algo?
-Ojalá.
9)
"Los sueños de Helena",
Eduardo Galeano
Aquella noche hacían cola los sueños, queriendo ser soñados, pero Helena no podía soñarlos a todos, no había manera. Uno de los sueños, desconocido, se recomendaba:
-Suéñeme, que le conviene. Suéñeme, que le va a gustar.
Hacían la cola unos cuantos sueños nuevos, jamás soñados, pero Helena reconocía al sueño bobo, que siempre volvía, ese pesado, y a otros sueños cómicos o sombríos que eran viejos conocidos de sus noches de mucho volar.
10)
"Final infeliz",
Manuel Chapuseaux
Si su Graciosa Majestad hubiera imaginado lo empalagosa y aburrida que iba a ser su vida en Palacio, habría preferido mil veces seguir siendo la despreciada sirvienta que fue en su ya lejana juventud, cuando todo el mundo la llamaba Cenicienta.
11)
"Lector de sí mismo",
Nelson Gómez León
Cada noche sacudía su libro de cabecera dejando apiladas las letras sobre el escritorio; a la mañana siguiente, una por una las iba acomodando nuevamente en cada hoja y por las tardes, se solazaba leyendo una nueva novela.