PERMANENCIA
Los gritos ya se acallaron. Las melodías quedarán flotando para siempre en el aire, girando
y girando. Cada vez más tenues, pero no se apagarán nunca. Permanecerán revoloteando cerca
del piano.
No cualquiera tenía derecho a estar en esa acogedora sala de asientos cómodos. Se reservaba
para ceremonias elegantes y solemnes. Al último, todos se acostumbraron a no entrar.
SURCOS
Una callada música se escribe desde todas mis puertas. Tan eterna como miles de situaciones
registradas en las tablas del suelo, ajadas por los años. Es ahí donde está mi personalidad.
Vivencias, que se repitieron una y otra vez, fueron grabando surcos en la madera. Es mi
resonancia que no será escuchada. Como las fuentes y palanganas antiguas.
LA PIEZA DE LLORAR
No merezco que entres en mi pieza de llorar. Pero, bastará una sonrisa tuya para salirme.
NIÑAS OLVIDADAS
Cuando está Ernesto reviven las niñas olvidadas. Lo persiguen por todos mis pasillos y él
no las logra ver. Sólo me acuerdo de ellas cuando escucho sus pasos, rápidos y escondidos.
Son unas hijas ilegítimas de algún personaje antiguo y respetable, que las trajo acá a
pasar inadvertidas. No se les permite mostrarse por la ventana. Nadie se ha enterado de
su existencia. Viven en la casa, pero no se las acepta en la familia.