ARISTODEMO                    Un lugar literario
El tren         Gonzalo Rodas Sarmiento

 

    El tren            (Del libro “El expreso de las 10:20”)

       Permito ser ocupado por vidas que nunca comprenderé. Conversaciones, lecturas, hasta paseos, y miradas a un mundo cambiante, con intención de descubrir. Aunque los pasajeros fueran siempre los mismos, sus pensamientos son otros. Yo tampoco soy el mismo del viaje anterior.
       Todos dejan algo que no sé recoger. Las páginas que llevan en su mente conforman un tomo distinto cada vez. Y todo eso quiere salir afuera. Las paredes interiores de los vagones se van empapelando con esas páginas, como un cuerpo llenándose de ansiedades y rubores. Si tan solo pudiera leerlas, sabría lo que pasa dentro de mí.
       Me gustaría conocer los recuentos de las vivencias de cada viajero. Algunos tendrán entre sí conexiones que ni sospechan y que nunca sabrán si no les toca hablarse. Después que se bajen, cada uno en su estación, no se verán más. Podría urdirse una trama con todas esas historias, entrelazadas como transeúntes que se cruzaran sin mirarse ni decirse nada. Son historias que no mueren.
       Mi cuerpo morirá un día. Talvez en un vergonzoso accidente. Muevo tanta energía, que un mal paso o un choque pueden ser desastrosos. ¿ Cómo terminaré ? Descarrilado, u oxidado, o como un montón de chatarra olvidada y arrumbada en una de las líneas más externas de alguna estación antigua, de un ramal en desuso. Es mi destino.
       Miles de historias quedarán flotando dentro de cada carro, para que alguien las lea. Las tramas que no surgieron seguirán entrelazándose en apagada armonía. Esperando a que un compositor las descubra, las escuche, y las guarde en corcheas y semifusas garabateadas en un papel.